Las maniobras de Donald Trump y sus aliados
Aliados del presidente de Estados Unidos Donald Trump comienzan a activarse visiblemente sumándose de distintas formas a las amenazas y agresiones contra jefes de Estado de naciones libres, independientes y soberanas en Latinoamérica y el Caribe que marcan distancia de su política hegemónica, injerencista y militarista.
Queda muy claro, que estas agresiones y amenazas son una maniobra más de los Estados Unidos de Norteamérica, en su avanzado debilitamiento en el escenario internacional, sobre todo en América Latina, donde la República Popular China se fortalece de manera sostenida.
Procurando revertir esa realidad, Trump pone su mirada injerencista y hegemónica en países de la región tratando de justificar lo que podría ser una intervención armada bajo el supuesto de librar a estos países de los efectos que producen los carteles criminales.
Fuentes noticiosas y politólogos de credibilidad han publicado recientemente que Donald Trump firmó en secreto una orden ejecutiva enviada al Pentágono que le permite a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos realizar operaciones militares en territorio extranjero, con énfasis en comenzar a utilizar la fuerza militar contra ciertos carteles de la droga latinoamericanos, los cuales han sido considerados por la administración trumpista como organizaciones terroristas.
Se sabe que desde febrero pasado el Departamento de Estado designó al Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha, conocida como la “MS 13” como organizaciones terroristas extranjeras; luego Trump comenzó a hablar del Cartel de los Soles, aludiendo además que se trata de un cartel venezolano agregado a la lista de grupos terroristas globales.
Según la Casa Blanca, “su principal prioridad es proteger a la patria, tras lo cual da el paso de designar a varios carteles y pandillas como organizaciones terroristas extranjeras”. No caben dudas de que la verdadera intención es penetrar sigilosamente a naciones en la región de Latinoamérica con respaldo de aliados y personeros que les son afines; y, por el otro, preparar el camino en la región con invasiones militares para tratar de detener a China, a Rusia y a los BRICS.
Nuestra organización condena el narcotráfico, condena el terrorismo, pero igualmente condenamos la maniobra política del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de pretender acusar alegremente de terrorismo y narcotráfico a naciones y a jefes de Estado, como el presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, por el hecho de que no se subordinan a su política, amenazando con intervenciones militares.
Los aliados criollos también se activan visiblemente aupando la anunciada ofensiva militarista de Trump contra la región, dejando de lado su real intención hacia naciones soberanas las que oculta tras la supuesta persecución a carteles de la droga.
Esos aliados criollos externan una “preocupación” por la estabilidad en el Gran Caribe y el continente criticando acciones judiciales ejecutadas por naciones que actúan bajo sus leyes contra violadores de las mismas, incluidos ex jefes de Estado, como es el caso de la reciente condena al expresidente colombiano Alvaro Uribe, cuyo prontuario delictivo todo el mundo conoce; y criticando acciones legales de jefes de Estado que actúan en el marco de su diplomacia y de los principios del Derecho Internacional.
Y no quieren ver la doble moral del presidente norteamericano que mientras lanza una ofensiva militarista contra Latinoamérica y el Caribe agenda una reunión en Alaska con el presidente de la Federación Rusa, Bladimir Putin, prevista para el próximo 15 de los corrientes. No procuramos calificar dicha reunión, pero cabe preguntarnos: ¿A qué juega Trump?
A esos aliados le recordamos que la República Dominicana fue ocupada en dos ocasiones por las tropas intervencionistas estadunidenses; ante esa nueva arremetida de Donald Trump, pretendiendo un salto en la geopolítica, nuestro pueblo, está ¡alerta!