¿Cómo integrar la SST en proyectos de construcción desde la planificación?
La reciente decisión del Ministerio de Trabajo de paralizar 15 obras en el Distrito Nacional por incumplimientos graves en materia de seguridad y salud ocupacional (SST) envía un mensaje contundente: la construcción en República Dominicana no puede seguir levantándose sobre la base de la improvisación. De acuerdo con los reportes oficiales, durante los operativos se levantaron 380 actas, entre apercibimientos e infracciones, que revelaron fallas tan elementales como la ausencia de comités mixtos de seguridad y salud, falta de señalización, carencia de equipos de protección personal, botiquines y extintores.
El panorama es preocupante. Si bien el sector construcción es motor de crecimiento económico y dinamizador del empleo, también es uno de los más expuestos a accidentes laborales, muchos de ellos fatales. La realidad es que la mayoría de estos riesgos son previsibles si se gestionan desde la fase inicial de los proyectos. La pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo integrar la SST en la planificación de cada obra?
Más allá de las actas de apercibimiento y las sanciones levantadas, el mensaje es claro: la seguridad no puede improvisarse, debe diseñarse desde el inicio. La normativa vigente, en especial el Reglamento 522-06 y la Resolución 04-07, establece que la identificación de peligros y la evaluación de riesgos deben realizarse antes de que arranque una obra. Eso significa que las líneas de vida, las barandas perimetrales, los sistemas de andamios, la señalización y los planes de emergencia no son accesorios que se agregan después, sino parte esencial de la ingeniería de todo proyecto. Un plano sin seguridad es, en realidad, un plano incompleto.
El cierre de obras también refleja una debilidad recurrente: la falta de liderazgo en la gestión preventiva. El comité mixto de seguridad y salud no es una formalidad administrativa, sino un espacio vital de diálogo donde trabajadores y empleadores pueden identificar problemas y proponer soluciones. Cuando se omite, los trabajadores quedan expuestos a caídas, golpes o electrocuciones sin mecanismos de protección efectivos. La prevención no se decreta, se construye con liderazgo visible y con una cultura que priorice la vida por encima de la productividad inmediata.
La planificación de recursos juega un rol igual de determinante. Ningún proyecto debería iniciar sin garantizar en su presupuesto equipos de protección personal, botiquines, extintores, señalización y programas de capacitación continua. Lo contrario conduce a la peligrosa costumbre de improvisar correcciones solo cuando el inspector toca la puerta. La seguridad, en cambio, debe estar garantizada desde el primer día, porque el costo de una vida perdida jamás podrá compararse con el de un casco, un arnés o un extintor.
Hoy la tecnología ofrece aliados que hace apenas unos años parecían lejanos. La digitalización y la inteligencia artificial permiten monitorear en tiempo real el uso de equipos, identificar fatiga en los trabajadores, detectar la ausencia de arneses o recrear situaciones de riesgo en entornos virtuales de entrenamiento. Integrar estas herramientas, junto a una fiscalización estatal más rigurosa, es la ruta hacia una construcción moderna, segura y sostenible.
El cierre de 15 obras no debería entenderse como una sanción aislada, sino como una señal de alerta nacional. Integrar la SST desde la planificación no solo garantiza el cumplimiento de la ley, también evita tragedias, reduce pérdidas económicas y fortalece la reputación del sector. Como recordó el propio Ministerio de Trabajo, la seguridad no se improvisa: debe estar dibujada en el plano, calculada en el presupuesto y vivida en cada jornada. Porque en construcción, más que levantar edificios, estamos llamados a proteger vidas.